También la lluvia

Lo bueno de esta experiencia –al margen de la evidente reducción de mi factura del agua y el cambio en lo hábitos de mi propia familia-es descubrir el inagotable campo de la libre interpretación de la información.

Las reacciones de propios y extraños, de mis amigos, mi familia, los lectores del blog son de lo más variopinto:

Una de las más frecuentes es “50 litros??? ¡Qué barbaridad! Yo no soy capaz de gastar tanta agua…”. Cuando a esta afirmación se enfrenta el hecho de que una ducha de 3 minutos implica un gasto de 30 litros, la cosa empieza a cambiar. Claro, que tengo un inventario de despropósitos varios que no tienen desperdicio…”¿lo haces para adelgazar?” “Pero, no dicen los médicos que con beber dos litros de agua es suficiente?” “50 litros!!! ¿cómo puedes beber tanto en un solo día? Eso tiene que ser malísimo para el estómago”

Cuando, finalmente, alguien comprende que es una cantidad muy inferior a la que, de manera habitual, consume una persona de nuestro país, entonces empiezan el cuestionamiento –“eso no vais a poder hacerlo”- y la preocupación…”pero, cómo vas a arreglártelas?”. Es curioso cómo un mismo hecho puede provocarnos estupor, preocupación o indiferencia, en función de lo cercano que nos resulte. A nuestro entorno le parece toda una aventura que intentemos vivir con 50 litros de agua. Pero la sociedad occidental convive con naturalidad con el hecho de que 884 millones de personas no alcancen esta cifra. Es noticia que tres personas limitemos nuestro consumo. Pero es difícil que a los medios de comunicación se asomen todas estas personas, con las que en estos días, más allá de nuestras diferencias culturales e idiomáticas, nos hermana la relación con el agua.

Nos movemos por lo que nos toca por dentro. Y lo que nos toca es, lógicamente, lo que tenemos cerca, aquello que forma parte de una realidad compartida. Animada por la acogida que esta iniciativa –esta suerte de puente entre dos realidades- está teniendo, siento que estos 884 millones de personas están, estos días, más cerca de quienes podemos hacer algo. Con nuestra voz, recordando a las instituciones sus compromisos. Con nuestro tiempo, trabajando voluntariamente en las organizaciones que reclaman el Derecho Humano al Agua. Con nuestros recursos, apoyando las iniciativas que acercan, cada día, el cumplimiento de los objetivos del milenio.

Mi hijo mayor, que tiene cinco años, me miraba perplejo esta mañana cuando me estaba lavando -no sin esfuerzo y algo de embarazo- con el agua de la bañerita del más pequeño, un bebé de seis meses. Me ha preguntado si se me había olvidado que podía usar la ducha, abriendo el grifo. Le he contestado que estaba intentando saber cómo se sentían las personas que no tenían esa facilidad. Me ha dicho que lo que podían hacer esas personas era poner un grifo, o esperar a la lluvia. Y que si la lluvia tardaba mucho en caer, seguro que nosotros (¿quiénes?), podríamos “hacer la lluvia” y “quitar con una paleta los bichitos de las enfermedades que ensucian el agua”.

Os dejo. Voy a intentar explicarle, sin decepcionarle, que no nos corresponde “hacer la lluvia”. Pero si intentar que todos accedamos a una cantidad mínima de agua. La que nos posibilita para tener una vida digna. Casi igual de ambicioso. Pero mucho más alcanzable que las nubes.

 

PROPUESTA DE ACCIÓN DEL DÍA

¡Corta el agua!

Corta el agua en tu casa, tu oficina o universidad. Aprovecha el desconcierto para informar a tu familia o compañeros de la situación que viven los más de 800 millones de personas que no tienen este derecho garantizado. Puedes imprimir folletos sobre el Derecho Humano al Agua para entregárselos.

6 pensamientos en “También la lluvia

  1. Nunca se me hubiera ocurrido hacer un «experimento» como este. De lo que me he dado cuenta al aplicar medidas de reducción del consumo en mi casa, es de que nuestro entorno deméstico no está preparado para ello.
    El inodoro, aún con el mecanismo de descarga reducida, sigue comsumiendo demasiaa agua.
    El agua caliente el algunos grifos necesita un caudal muy grande para que el calentador mantenga la llama encendida.
    La ducha desperdicia agua fría hasta el momento en que empieza a salir caliente…
    Supongo que esto dificulta aún más la experiencia por la que esais pasando.
    Animo y un saludo

    • Pues sí, Manuel. Lo de la ducha es un gran problema. Cuando te tienes que duchar en minuto y medio casi todo el tiempo «disfrutas» del agua fría. Eso sí, por la mañana estás bien despierto ;-).

    • Para la cisterna se pueden meter botellas u otros elementos que reduzcan la capacidad de agua de la misma. Con el agua de la ducha se puede tener un cubo donde recogerla para otros usos. Con lo del caudal del calentador no hay una forma de sencilla de actuar.

  2. Pingback: Dejadme, por favor, que proteste por una vez | 50 LITROS

  3. Uff!!! no sabéis lo que pienso en este blog (y en vuestra experiencia) cada vez que abro el grifo… Hoy no he conseguido tener una ducha de 3 minutos… El grifo de la ducha está en el punto más alejado de la caldera de toda la casa y el agua que se desperdicia hasta que se calienta es impresionante… Mañana espero acordarme de recoger todo ese agua en un cubo para poder aprovecharlo.
    Gracias una vez más

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