Mi cubo y yo

Uno de los aprendizajes prácticos más importantes en estos días ha sido que almacenar el agua en un recipiente es muy útil para controlar mi consumo a lo largo del día. Empecé controlando el gasto en la ducha, cambiándola por la bañerita de bebé, pero luego he extendido esta práctica a casi todos los momentos en que consumo agua. Uso una pequeña jarra en el lavabo, con la que controlo el agua que empleo en lavarme las manos y los dientes. Una más grande en la pila de la cocina, para medir el agua necesaria para fregar todo aquello que no meto en el lavavajillas…parece que, viendo el agua que me queda, soy más consciente de la importancia de cada gota.

Así pues, he redecorado mi casa -y mi vida con profusión de recipientes de distinto tamaño y he rescatado a mi cubo de su discreto papel de acompañante de la fregona. En el cubo almacenamos el agua usada para luego evitar descargas de la cisterna y usos similares. Por su parte, los niños le han encontrado otras utilidades, mucho más lúdicas, aunque no sé si muy apropiadas en términos de “buenas prácticas en higiene”…

Precisamente, hace casi un año, pasé el día con con un cubo en la mano. Habíamos quedado en llevarlo al acto de calle que organizamos en Día Mundial del Agua, en la Red de San Luis, por la tarde, de modo que salí de casa y me encontré con mis vecinos. Llevé a mis hijos al colegio y coincidí con padres y profesoras. Me desplacé en el Metro, junto a decenas de personas desconocidas con las que compartí el reducido espacio del vagón. Todo el mundo miró mi cubo, con desconcierto y curiosidad. ¿quién lleva por todo Madrid un cubo, usado? Muchos, los más conocidos, me preguntaron directamente. En otros casos, yo saqué el tema de conversación. Al final, gracias a mi querido cubo hablé del Derecho Humano al Agua casi tanto a lo largo del día como en el acto de calle…sin proponérmelo. Incluso con el funcionario de la Tesorería de la Seguridad Social, que me atendió y que amablemente acomodó mi cubo en una silla!!

En otros lugares del mundo, salir de casa con un cubo es un gesto diario. Es la realidad, por ejemplo, de los niños y niñas de las comunidades rurales del Distrito de Same, en Tanzania, que llegan a la escuela con su cubo de plástico para llevarlo de vuelta a casa lleno de agua. A veces son niños muy pequeños, para los que transportar estas cantidades supone un esfuerzo muy importante. Y una gran responsabilidad. Aunque la transporten con cuidado, parte del agua se pierde por el camino y, si no se tapa, la posibilidad de que su consumo no sea seguro es alta. Por eso, es importante seguir trabajando para que el agua sea accesible y para que sea de calidad. Para contribuir a que los niños y las niñas puedan dedicar más tiempo a su educación, y a que mejoren sus condiciones de salud, porque eso aumentará significativamente sus oportunidades de futuro.

Y estoy segura de que, cada pequeño gesto que hacemos aquí, no solo cuenta, sino que suma. Por eso, os invito a que llevéis a cabo cualquiera de las acciones que, cada día, os proponemos desde aquí. Allá va la de hoy.

PROPUESTA DE ACCIÓN DEL DÍA

Regálale a un amigo una botella de agua sucia

 Llena una botella de agua sucia y “regálasela” a un amigo, familiar o conocido. Dale información sobre cómo la falta de calidad del agua afecta a la salud de los más vulnerables en los países del Sur.